La flujometría urinaria es una prueba sencilla indicada para observar si existen alteraciones en la micción (chorro fino o entrecortado, goteo al finalizar, sensación de vaciado incompleto, etc.). Para llevar a cabo esta prueba, el paciente deberá orinar en un recipiente con el que se podrá realizar la medición del flujo de la orina. Para ello, la vejiga deberá estar llena, por lo que le harán beber agua y aguantar la orina previamente a la realización de la prueba.
Una vez finalizado, un sistema informático realizará una curva de flujo-tiempo y calculará el flujo máximo o el volumen miccional entre otros valores. Algunos programas también realizan gráficas adicionales para diferenciar tipos diferentes de patrones miccionales.
¿Qué datos puede aportar una flujometría urinaria?
Un flujo bajo puede indicar la presencia de una posible obstrucción al paso de la orina. Se suele considerar un flujo menor de 10 como patológico, debiendo en dichos casos descartar una obstrucción o una hipoactividad del músculo detrusor de la vejiga.
La forma de la curva flujo-tiempo también nos puede aportar información sobre el posible origen de la alteración: un flujo bajo puede indicar la presencia de una estenosis de uretra o ser un factor secundario a una hiperplasia benigna de próstata.
El volumen de la micción debe ser de mínimo 150 ml para poder valorar los resultados de la prueba. También podremos valorar el volumen de orina que queda en la vejiga después de orinar mediante la realización de una ecografía abdominal. Si el residuo miccional es mayor a 100-150 ml se considera patológico y reflejará un problema de vaciado.