La hipertrofia prostática benigna (HBP) es una enfermedad benigna que afecta a hombres por encima de los 40 años a expensas del crecimiento de la próstata que puede dificultar en mayor o menor medida realizar una micción satisfactoria. La HBP aparece en todos los hombres, aunque no da problemas miccionales en todos ellos. Hiperplasia benigna significa «crecimiento o aumento de tamaño» de carácter no canceroso. Es decir que la HBP es una enfermedad completamente diferente al cáncer de próstata. También se la conoce como adenoma de próstata. El aumento de tamaño benigno de la próstata y las molestias se van haciendo más evidentes con el envejecimiento. El crecimiento de la próstata afecta sólo a una parte de la misma (zona transicional), precisamente la que está en relación con la uretra.

HIPERTROFIA BENIGNA DE PRÓSTATA
PREGUNTAS FRECUENTES
La historia clínica del paciente es muy importante, ya que éste explicará al urólogo los síntomas o sensación de dificultad para orinar. Existe un cuestionario (IPSS) para que el paciente lo rellene y se puedan cuantificar sus molestias.
La ecografía permite conocer el tamaño de la próstata, detalle muy importante si hay que realizar cirugía. Valorar los riñones y la vejiga también es importante. Un análisis de orina permite ver si hay infección de orina. Para conocer el grado de obstrucción provocado por la próstata se puede realizar una flujometría miccional (cuantificar el caudal del chorro miccional en mililitros por segundo) y, en caso necesario hacer un estudio urodinámico (evaluar como funciona la vejiga frente a la obstrucción). Un análisis de sangre permite evaluar, entre otras cosas, la función renal y el PSA (para descartar la presencia de cáncer de próstata).
Las molestias ocasionadas por la HBP como por ejemplo la dificultad para orinar, la retención de orina, el sangrado o las infecciones necesitarán tratamiento. Existen medicamentos que mejoran la amplitud de la uretra prostática y facilitan la salida de la orina desde la vejiga. Son los alfa-bloqueantes (doxazosina, tamsulosina, sylodixina) que abren el cuello de la vejiga, y los inhibidores de la 5-alfa-reductasa (finasteride, dutasteride), que disminuyen el tamaño prostático.
Si el paciente no mejora o no tolera este tipo de medicamentos puede estar indicada la cirugía. Se trata de extraer solo la porción de próstata que produce obstrucción. Existen varios métodos para ello: por vía abierta a través del abdomen (adenomectomía) cuando la próstata es muy grande y por vía transuretral (endoscopia) cuando la próstata es mediana o pequeña. Pueden usarse la RTU (resección transuretral de próstata) con dispositivos eléctricos, y la cirugía láser KTP, también llamado láser verde.
Es muy probable que aquellos pacientes con una próstata grande y un PSA elevado (descartando el cáncer) necesiten cirugía porque probablemente padezca una retención aguda de orina.
El tratamiento farmacológico mejora los síntomas y, con ello, la calidad de vida. En casos evolucionados puede producirse afectación de las funciones de la vejiga, con aumento de sus funciones (frecuencia, urgencia, incontinencia) o disminución de las mismas (residuo postmiccional).
Es importante acudir al urólogo cuando comienzan los síntomas en la micción y realizar revisiones periódicas, lo cual permite diagnosticar a tiempo las dolencias prostáticas. Empezar el tratamiento médico precozmente disminuye el riesgo de progresión de la enfermedad y sus complicaciones